Por: Redacción KliKanews | Impacto Social & Negocios

En México, las cifras de la exclusión son frías: aunque 20.8 millones de personas viven con alguna discapacidad o limitación (16.5% de la población según INEGI), apenas el 30% participa en el mercado laboral. Para este segmento demográfico, el sistema financiero tradicional también ha cerrado la puerta: menos del 10% tiene acceso a créditos formales.

Ante este escenario donde la contratación tradicional falla, el emprendimiento se convierte en la única vía real de autonomía financiera. Bajo esta premisa nace ACCEDE, una iniciativa impulsada por Impact Hub CDMX y Foro Valparaíso (Citibanamex), que acaba de graduar a su primera generación de 35 startups lideradas por personas con discapacidad.

De la idea a la formalización

Lo que distingue a ACCEDE no es solo la capacitación, sino el resultado: tras cinco meses de mentoría técnica, estos 35 emprendedores no solo tienen una «idea», sino proyectos formalizados y listos para escalar en sectores como tecnología accesible, diseño inclusivo, gastronomía y servicios digitales.

El programa no fue improvisado. Nació del diagnóstico “Emprender con Discapacidad”, un estudio que identificó las barreras sistémicas (falta de accesibilidad, prejuicios y nulo financiamiento) para diseñar una metodología a la medida.

Innovación desde la diversidad

Luis Sánchez, subdirector de Foro Valparaíso, destacó durante la clausura un punto clave para el ecosistema de negocios:

«La inclusión no es un discurso, es una estrategia. Cuando brindamos accesibilidad y herramientas, las personas con discapacidad lideran negocios innovadores y competitivos. El talento no conoce límites, pero necesita oportunidades reales.»

El reto de la banca y el ecosistema

El éxito de esta primera generación lanza un desafío directo al resto del ecosistema emprendedor y a la banca comercial: Existen modelos de negocio viables y sostenibles en este sector que están siendo ignorados.

La graduación de estos proyectos demuestra que cuando se derriban las barreras de entrada (con contenidos accesibles y mentoría adaptada), la discapacidad deja de ser un obstáculo para convertirse en un motor de innovación resiliente.

El veredicto: Integrar a las personas con discapacidad a la economía formal no es caridad; es activar el potencial productivo de casi el 17% de la población mexicana.


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